¿Tanto grandes organizaciones como nuevos emprendimientos son dueños desde el momento 0 del activo intangible más poderoso: la marca, y su valor en el fundamento estratégico organizacional que busca esencialmente diferenciarnos de la competencia y dejar una huella positiva, ojalá indeleble, en corazón, mente y bolsillo de las personas. ¿Qué ha hecho Apple que hace que te llame la atención? ¿Qué pasaría si Facebook Inc. conservara su nombre después de su crisis?
Sobre todo en los últimos años y a raíz de una pandemia que cambió la forma en cómo vemos la vida, el comercio y la economía; de un cambio brusco generacional en el que la autenticidad, la transparencia, la comunicación directa y la inmediatez pasaron de ser un añadido a un “must”; el valor de la marca ahora está en ascenso permanente y los medios digitales se hacen inexcusables dadas sus infinitas posibilidades, la apertura creativa y la función medible. Aquí, en digital, es en donde están la gente y las empresas, es el medio que va a la velocidad de las novedades tecnológicas y que, por ende, nos hace ir a la par, nos hace no quedarnos atrás, como dueños de las compañías y como profesionales, estrategas de marca.
¡Las marcas nos hablan! Como si fuesen personas. Cada detalle en ellas da una impresión que juega a favor o en contra. Cada acción bajo un nombre comercial
significa y resignifica, inserta un chip en la mente de la gente que se transforma conforme a los acontecimientos, que a veces son inesperados. La marca ha de ser un trabajo constante, integral, tan fuerte como para hacernos amigos un día, sabiendo que, sin planeación estratégica, puede ser tan frágil como para quebrarnos al otro.
María Alejandra Maya Royero – Egresada de la especialización en comunicación estratégica de marca en entornos digitales